Entre finales de 1918 y hasta la primavera de 1919, se produjo una gran pandemia de gripe. Se estima que murieron entre 50 y 100 millones de personas, y que 500 millones contrajeron la enfermedad.
La I Guerra Mundial favoreció la expansión de la enfermedad debido al hacinamiento en los hospitales y en los frentes, las malas condiciones sanitarias y una escasa y deficiente alimentación, además de la falta de conocimientos médicos y científicos. Un gran número de muertes fue el resultado de graves neumonías bacterianas.
La llamada gripe española tuvo su origen geográfico, según apuntan los expertos, en el Este de Asia, aunque se barajan diversas hipótesis a día de hoy. Se conoció como gripe española porque fue en nuestro país donde obtuvo una mayor difusión informativa en los diarios de la época. Recordemos que gran parte de Europa se encontraba inmersa en la guerra y que España era neutral, por lo que la información no fue ocultada como en los países con soldados en los frentes.
La enfermedad afectó principalmente a adolescentes y adultos jóvenes. Los estudios actuales indican que la mortalidad en ancianos no fue tan elevada porque esta franja de edad ya habría estado expuesta a otros virus anteriores y podría haber desarrollado una mayor inmunidad ante la cepa virulenta de 1918.
En España, la tasa de mortalidad fue elevada en todo el territorio, destacando Madrid y el norte de la Península. Se estima que el número de fallecidos fue en torno a 200.000. El propio rey, Alfonso XIII, sobrevivió a la enfermedad.
En las pirámides demográficas, que muestran la información de la población hasta 100 años atrás, podemos observar el entrante causado por la gripe de 1918:
Fuente: INE
Y para saber más, aquí tenéis un vídeo que os puede ampliar la información sobre la pandemia: Gripe de 1918
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