Hace 50 años, el 20 de agosto de 1968, los tanques soviéticos pusieron fin a las reformas aperturistas del presidente de Checoslovaquia, Alexander Dubcek, durante el período conocido como la Primavera de Praga.
Por orden del dirigente soviético Leonid Brézhnev, las fuerzas del Pacto de Varsovia invadían Checoslovaquia.
Tras la II Guerra Mundial, este país, pasó a formar parte de la Europa comunista, liderada por la URSS de Stalin. Fue la última república del este de Europa en caer en la órbita soviética a través del Golpe de Praga de 1948.
Con la muerte de Stalin comienzan a aparecer vías plurales hacia el comunismo entre los satélites soviéticos, cuyo objetivo era combinar socialismo y democracia. El intento de democratización de Hungría terminó con la entrada de los tanques soviéticos en Budapest, como sucedería en Praga años después.
En 1968, Dubcek inició un intento de liberalización política en Checoslovaquia. Aunque se denominó simbólicamente “primavera”, en realidad comenzó en invierno, el 5 de enero, terminando bruscamente el 20 de agosto del mismo año.
En este período, fueron legalizados múltiples partidos políticos y sindicatos, se promovió la libertad de prensa y de expresión, se reconoció el derecho a huelga y se publicaron libros prohibidos de autores como Solzhenitzyn. A las políticas se unieron reformas de carácter económico.
Este programa de liberalización fue bautizado como «socialismo con rostro humano», Las democracias occidentales apoyaron a Dubcek, al igual que el movimiento revolucionario estudiantil que se estaba desarrollando París, conocido como Mayo del 68.
Desde el Kremlin se diseñó un plan de invasión del país con el fin de frenar las reformas en Checoslovaquia ante el fracaso de las negociaciones bilaterales con el gobierno checoslovaco.
La noche del 20 de agosto, tanques de la Unión Soviética, Alemania Oriental, Polonia, Bulgaria y Hungría invadieron Checoslovaquia con más de 300.000 soldados y 2.300 tanques del Pacto de Varsovia. La céntrica plaza de San Wenceslao en Praga se convirtió en el epicentro del acontecimiento.
Dubcek pidió al pueblo que no ofreciera resistencia armada, sin embargo hubo 72 muertos y más de 700 heridos. Los ciudadanos checoslovacos ofrecieron gran resistencia a los soviéticos.
Las reformas fueron anuladas y los tanques soviéticos permanecieron en las calles y en la vida diaria de Praga.
En enero de 1969, un joven estudiante, Jan Palach, se prendió fuego delante del Museo Nacional. Un mes después, otro estudiante, Jan Zajic, se quemó en el mismo lugar. Hoy día siguen siendo dos héroes nacionales, símbolo de la resistencia frente al opresor.
En 1989, con la Revolución de Terciopelo, Václav Havel, primer presidente de la democracia, nombró a Dubcek presidente da Asamblea Federal, cargo que ocupó hasta su muerte.
La Primavera de Praga marcó el principio del fin de la dictadura de la URSS en Europa del Este.
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