Como todos sabemos, las competencias educativas están transferidas a las Comunidades Autónomas. Cada una de ellas tiene un amplio margen de movimiento para desarrollar su propia legislación educativa, así como para establecer el formato y las condiciones bajo las que se desarrollan los procesos selectivos. Por si esto fuera poco, un número nada despreciable de Comunidades tienen una o varias lenguas cooficiales que es preciso dominar si uno pretende convertirse en servidor público de la Comunidad Autónoma correspondiente.
En este contexto, podemos identificar claramente tres elementos que dificultan la movilidad de opositores entre Comunidades Autónomas en las oposiciones educativas:
1) La diversidad normativa, que afecta a todas las partes del proceso y especialmente, a la programación anual didáctica y a los supuestos prácticos que hay que fundamentar en la legislación local.
2) La sincronización de convocatorias, que impide que un candidato se pueda presentar simultáneamente a más de una Comunidad Autónoma (al hacer coincidir las CCAA la fecha y hora de la presentación, que es de asistencia obligatoria).
3) La barrera lingüística.
La barrera lingüística es en la que todo el mundo piensa en primer lugar cuando se habla de las trabas a la movilidad de los opositores. Las Comunidades Autónomas con lengua propia exigen en sus convocatorias respectivas una competencia lingüística profunda de la misma (generalmente, un nivel C del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas). Las Comunidades con lengua propia son seis de las diecisiete: Galicia (gallego), País Vasco y Navarra (euskera), Cataluña y Baleares (catalán) y la Comunidad Valencia (valenciano).
Además, existen matices que hacen que el panorama lingüístico sea aún más diverso. Así, en el Valle de Arán hace años que el aranés es cooficial junto al catalán y al castellano (desde el 2006 el aranés es oficial, además, en el conjunto de Cataluña).
Por su parte, en Asturias ha ganado peso político recientemente un movimiento ciudadano que promueve la oficialización del asturiano en el Principado, pero su resultado es incierto y aunque llegase a prosperar, el asunto probablemente tardaría en tener un impacto en las oposiciones. A día de hoy no se exige su conocimiento para trabajar en el territorio.
Finalmente, existen también variedades lingüísticas autóctonas en Aragón (aragonés o fabla), Castilla y León (leonés) y Extremadura (fabla), aunque, al igual que ocurre con el asturiano, ninguna de ellas tiene repercusión en los procesos selectivos a día de hoy.
Si por una razón o por otra estás pensando en presentarte a las oposiciones educativas en una de las seis Comunidades con lengua cooficial, puedes plantearte el aprendizaje del idioma correspondiente paralelamente a tu preparación de las pruebas. En este caso, tendrás que saber que hay grandes diferencias entre el aprendizaje de unas y otras. En general, las barreras lingüísticas entre Comunidades se pueden clasificar en los siguientes niveles de dificultad:
1) Dificultad baja. El nivel de dificultad más sencillo, apto hasta para el más torpe en lengua, es el paso de valenciano a catalán y viceversa. Por eso, la movilidad entre los opositores de Baleares / Cataluña y los de la Comunidad Valenciana es la más fluida de todas las que comportan una barrera lingüística en España. Si este es tu caso, en uno o dos meses de trabajo a lo sumo, a los ratos libres, deberías tener zanjado el asunto. Si dominas bien tu lengua cooficial, probablemente no necesites ni profesor.
2) Dificultad media. Bastante más complicado, aunque perfectamente asumible, es el aprendizaje del gallego desde el castellano, valenciano o catalán, o del valenciano o catalán desde el castellano o el gallego. Si tu caso es uno de estos, tendrás que echarle muchas horas al asunto durante un añito o tal vez algo más, mientras preparas la oposición, pero puedes tener por seguro que no te vas a herniar. Es cuestión de tomárselo muy en serio y de hacerse con materiales adecuados y un buen profesor por Skype.
3) Dificultad extrema. En la cumbre de la dificultad y a una distancia abismal de los otros dos casos se sitúa el aprendizaje del euskera desde cualquiera de las otras lenguas españolas. No queremos desanimarte si es que tienes en la cabeza la idea de presentarte en el País Vasco. Pero seguramente necesitarás, como mínimo, dos o tres años de estudio intensivo (en exclusividad, sin dedicarte absolutamente a nada más) para alcanzar, partiendo de cero, el nivel requerido y asistiendo a cursos intensivos de manera regular. Por eso, el euskera sólo te interesa si tienes motivos muy poderosos para presentarte en el País Vasco y para asentarte allí indefinidamente. De lo contrario, mejor olvídalo.
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